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Mis Cuentos Scouts para las noches de miedo 3

  • Prof. Felipe Hernán Meneses
  • 10 jun 2016
  • 5 Min. de lectura

- Una noche de Mañanitas –

1991, diciembre son alrededor de las 4 am, como cada año la oportunidad de obtener algunos fondos para el grupo está ahí, los muchachas y chicos siempre puestos en modo de servicio para esas fechas solo esperan una solicitud de servicio para responder inmediatamente al llamado.

Abnegado como siempre rallando en lo que los demás chicos de la tropa llamarían “tonto” Felipe, guía de la patrulla Zorros siente el frio que cala los huesos en la madrugada, y todo por prestar su sweter a una Expedicionaria, las cosas que hace un chico ante las chicas.

Observa con cierta envidia la cálida chamarra de piel negra que usa don Carlos el jefe de grupo pensando en lo abrigado que estaría el con una de esas, la misión para la noche es esperar que lleguen los peregrinos de la procesión del centro de la ciudad hasta la capilla para las mañanitas a la virgen de Guadalupe como cada año, una operación por demás aletargada y lenta, el regalarles café a quienes lo pidan, ayudar y cuidar del puesto de venta que han instalado los jefes y padres de familia para la recaudación de fondos del grupo.

En esa ocasión le ha tocado quedarse junto con otro más de la tropa para dar apoyo al jefe de grupo a Archí el jefe de manda y a Ana Rosa la jefa de las gacelas, Willi (diminutivo de Willian) es el otro chico de la tropa quien también por “caballeroso” se está muriendo de frio.

- Maldición Felipe, en vez de estar aquí nos hubiéramos ido a nuestras casas y a jalar soga a las 5 como los demás con los otros jefes – dice Willi reclamando con voz tiritante de frio- pues si - responde Felipe- pero era necesario que alguien también se quedara ayudar, no todo es diversión, también hay trabajo y el puesto de venta del grupo sirve para recaudar dinero que nos sirven a todos. – agrego en tono de disgusto Felipe respondiendo así los reproches de Willie –

¿Qué muchachos no tienen frio? - les pregunta el jefe de grupo, en tono sarcástico pues fue testigo de cómo se quitaron los sweters como si nada, hacía ya varias horas atrás y de cómo se los dieron a las chicas – no don Carlos aquí como si nada- responde rápidamente Willie con su helado acento-

- Entonces dn Carlos, como para cambiar de tema y distraer a los muchachos del frio les pregunta- ¿Sabían que aquí mismo donde estamos hace muchos años por ahí de 1924 ahorcaron a 4 señores? - No - contestan ambos jóvenes con cierto interés en escuchar una más de las típicas historias de terror que los scouts acostumbran. – ¿y qué es lo que paso? – Pregunto alguien -

- ¿Dónde? ¿Aquí? ¿donde estamos parados en el puesto? o ¿acaso ahí donde están los columpios? – Agrego Willie mientras señalaba los juegos y tratando de menospreciar el comentario del jefe - pues casi –contesta el jefe de grupo- mientras la jefa de gacelas y el de lobatos ponen cara de no lo sabíamos y prestan atención también-

Aquí entre esta esquina del parque y la entrada de la cancha, a lo ancho de la calle estaba un arco de piedra y estuco que era la entrada al antiguo cementerio de la ciudad. – ¿aquí había un cementerio? - dijo Felipe con gesto de sorpresa.

- Es verdad - comento la jefa de gacelas en tono de afirmación - mi abuelo me tiene contado que hace muchos años cuando se construyó la capilla de la Virgen al escarbar los cimientos para la construcción se encontraron con huesos, cráneos humanos y hasta algunas lapidas enterradas, pues no pudieron mover a los más antiguos al nuevo cementerio ya que por abandono se habían perdido o enterrado en las arenas.

– El interés de todos estaba bien concentrado en la plática casi no escucharon el - me da un café por favor- cuando uno de los antorchistas se acercó al puesto de los scouts, - hey, oigan, ¿me regalan un café de esos? – dijo el señor mas fuerte para hacerse escuchar-

- Si claro- dijo el Akela Archí- mientras le servía un café al señor –Regálanos uno - pidió Willie al Akela- Mejor uno para todos Ordeno Dn Carlos-

Bueno pero y que más –Pregunto Felipe con esa su voz de ansias de saber más sobre un tema que no conocía - pues sí, como confirma Vanta Anarosa, -dijo el jefe de grupo- todo esto de aquí, la cancha de enfrente, este parque, la capilla, la glorieta y esa calle ancha donde se pone la feria, Que si te fijas bien forman un gran cuadro simétrico, eran un cementerio hace muchos años.

Aquí que era la parte más retirada del recién fundado Progreso venia la gente para enterrar a sus difuntos y fue aquí a unos metros de nosotros donde a la entrada de este cementerio fueron ahorcados Don Piedad, Don Cecilio, Don Francisco y Don Luis quienes formaban parte de un sindicato y era luchadores por los derechos de los trabajadores terrestres en el puerto.

- Que feo - comento uno de los chicos mientras el otro preguntaba – ¿y quien los mato?- el jefe respondió entonces- los mando ahorcar un capitán malvado que se llamaba Fermín y que por aquel entonces como tenía la protección del gobernador del estado se sentía juez, parte y casi dueño de los asuntos relativos a las haciendas el henequén y la vida de los indígenas, aunque en realidad de él se muy poco.

Si se fijan por ahí, aquí en el parque, hay una placa y un monumento, que da fe de la veracidad de lo que les estoy contando.

- Voy a ver- dijo el Willie mientras corría en esa dirección para luego regresar lentamente serio y lentamente caminando - díganos más don Carlos - dijo el chamaco al llegar-

Los asesinaron para que sirvieran de ejemplo colgándolos de la entrada del cementerio, por revelarse a las órdenes de opresión que había mandado ejecutar en el estado el general Victoriano Huerta. – ¿y ese que hacía por aquí? – Pregunto Willie- ¡Contras huaya! A veces eres más menso – regañando a huaya que era el apodo de Willie –

Antes de ser presidente de México Victoriano huerta estuvo por aquí haciendo de las suyas matando indígenas mayas, es la época en la que mataron a don Felipe Carrillo Puerto y sus 3 hermanos – conto rápidamente Felipe – oye yo no soy una rata de biblioteca como tú - respondió Willie-

Pues así es – agrego don Carlos- aquí fueron asesinados, aquí arribita de nosotros sobre la calle seguramente se colgaban y mecían con el viento de los nortes los cuatro cuerpos de esos mártires y esas animas sin descanso, víctimas de esa cruel e injusta muerte, que han de rondar aun por aquí, buscando al asesino o quien darle su mensaje, porque seguramente se fueron dejando muchos pendientes con sus familias, además también han de rondar las almas de los que fueron enterrados y despojados de sus tumbas quienes ahora ya no tienen el descanso que merecen. - concluyo-

¡No me sorprende que este parque este siempre vacío! –agrego huayita mientras daba sorbos a su caliente café - segundos siguientes todos callan… el frio les cala profundo y de golpe intentan abrigarse abrazándose su cuerpo pero no sirve de mucho.

Callan y permanecen taciturnos como si meditaran en los sucesos que les acaban de contar, detrás de ellos de pronto se escucha el chirriar de los cuatro columpios que hay en los juegos, solo ellos están en el puesto, no hay nadie más en el parquecito, menos en el área de los juegos, mientras tanto los columpios se mecen como si se acabarán de levantar de ellos quienes escuchaban la historia… pero no hay nadie en el parque solo ellos y ese frio, ese raro frio que les cala hasta los huesos.

A lo lejos se escucha la banda de guerra, los voladores revientan en el cielo la peregrinación y la valla con los demás scouts del grupo ya vienen en camino, todos se miran con cara de susto.


 
 
 

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