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Mis Cuentos Scouts para las noches de miedo 4

  • Prof. Felipe Hernán Meneses
  • 12 jun 2016
  • 5 Min. de lectura

- La Anciana que se casó con el Diablo -

Ella lo esperaba ansiosa, Como cada noche él llegaba hasta el pie de su ventana bien vestido con su camisa de aroma a nuevo y ese suave perfume con aroma a lavanda, su peinado rebelde y su mirada con ese brillo especial, con unos ojos del azul más puro del cielo, era alto y delgado de los que dirían atractivo y social con cierto aire de extranjero.

Sofía solo era una joven de 14 años, pero como todas las chicas de esa edad se sentía más grande, anhelaba ser mucho mayor como su hermana que se encontraba en la habitación de alado, quizá era eso lo que influía en su rebelde forma de ser con sus padres y con todas las personas en general, rayando a veces en lo indiferente y lo déspota; delgada, de cintura diáfana de mirada suspicaz, de rostro agraciado hermoso y alegre sus cabellos eran largos y de un hermoso tono castaño. Más de uno en la escuela secundaria suspiraban por su simple presencia pues al caminar parecía que sus pies se desprendían del suelo como si flotara cual suave brisa que se desprende del ambiente por las mañanas.

Esa noche era una noche especial pues ya tenía varios meses visitándola en secreto aquel joven raro y tan inquietante, ella no le había contado nada a nadie al respecto ni a su madre ni a su hermana, ni aun a su mejor amiga de la escuela Danny.

Se distraía en su ventana perdida en sus sueños, en ideas en ilusiones en tonterías mientras recordaba aquella primera noche en que él, llego hasta ella, había discutido muy fuerte con sus padres, en especial con su mamá, quizás por eso no le importo cuando aquel extraño que apareció de entre la negrura de la noche la saludo de forma temeraria y con arrojo le dirigió la mirada, su sonrisa era cautivante, parecía algo mayor que ella quizás de 17 años, él se acercó hacia ella y pregunto: -¿qué haces preciosa?, ¿robándole un poco de frescura a la noche?, no te hace falta. Tu rostro es fresco y hermoso ¿dime cómo te llamas? - ella se sonrojó y de forma tímida y algo agitada probablemente por esa ligera extraña sensación de desconfianza que él despertaba en ella respondió con suave e imperceptible voz: - me llamo... Sofía... (Aunque en su interior se moría de ganas de gritarle su nombre)

- Un nombre hermoso sin duda, pero más hermosa eres tú, creo que nunca me cansaría de decírtelo si me dieras la oportunidad de conocerte mejor y quizá de poder tener tu amistad.

- ¿Y por qué no habrías de tener mi amistad? - preguntó ella embelesada por las melosas palabras del joven.

- Bueno, porque seguramente a una chica tan bonita, sus papás no la han de dejar llevarse con un cualquiera como soy yo.

- ¿pero porque dices esas cosas? -le increpo.

A lo que el joven respondió con un simple -no lo sé, se dio la vuelta mientras decía - buenas noches, adiós.

Y lentamente se encaminó hacia la oscuridad de la callejuela vieja que daba vuelta a la esquina de la casa de Sofía, ella intrigada por tan corto diálogo en medio de un suspiro ahogado respiro profundo y le dijo - ¡espera! Oye espera, ¿cómo te llamas? - pero el joven ya había desaparecido en la oscura sombra que formaba la pared con respecto a la luz del poste más cercano como si desapareciera tragado por esa misma penumbra de donde él había aparecido.

Así, de forma lenta transcurrió la noche como lento cae el rocío suave, sobre las plantas y flores que aún duermen mientras esperan el alba.

Demás está decir que la chica tuvo un sueño intranquilo pues no hacía más que pensar en el extraño joven.

Pero en los días siguientes y a lo largo de ya varios meses, el joven extraño aparecía cada noche, siempre a la misma hora y cuando ella estaba ahí, para deleitarla con sus palabras melosas y su encanto varonil; dando a ella una experiencia que le hacía suspirar y olvidarse de sus problemas.

Así fue cada noche, semana a semana y mes a mes y él siempre se negaba con algún pretexto sublime a decirle su nombre o datos sobre él, una noche le dijo: Sofía escapemos pues el amor que ya siento por ti es tan intenso que se desborda de mi corazón, el cual ya no puede contenerlo más, huyamos, casémonos, aquí cerca conozco una iglesita, vamos, ¡huye conmigo!

Ella, ya tenía tres noches pensando sobre la propuesta del joven y aunque no sabía su nombré, sentía que lo amaba con intensidad así que esa noche si él le decía su nombre entonces escaparía con él.

La noche llego al fin y como si la luna adivinara lo que sucedería se escondía entre las nubes sin resistirse a asomarse a momentos entre ellas para mirar, de más está decir lo negra que era la noche por eso...

Ella esperaba ansiosa, ya hasta tenía listas sus cosas en un pequeño bultito que le regalara su abuela hacía ya algún tiempo, donde llevaba entre algunas ropitas recuerdos preciosos para ella, una soguilla que le dio su papa y un dije que le regalara su hermana en alguna ocasión.

El llego hasta la ventana y le dijo: - ¿pensaste mi proposición de la otra noche? ¿O será esta una noche más en la que me dejaras con las ansias de ser el dueño de tu vida, alma y corazón?

Ella le respondió: - hoy es el día en que tomaré mi decisión final de ser toda tuya si me dices finalmente tu nombre.

Él respondió simplemente: Dol Mati... - Ella dijo: - qué bonito nombre ¿qué significa? - a lo que el simplemente guardo silencio.

Finalmente, salió ella por la ventana a hurtadillas, sin hacer el más mínimo ruido, él tomó de la mano y la condujo por la oscura calle hacia los límites del puerto, en el camino antiguo, el que va hacia Chibxulub. Al final de la calle les esperaba una calesa de madera, elegante, tirada por dos caballos negros y fuertes. Dol Mati ayudó a subir a la calesa y le indico al conductor que los llevara, después de un rato de ir recorriendo juntos el negro camino del monte, ni por un momento la duda asomó en su corazón, ni sospecha alguna de su amor.

Así fue como llegaron a un sendero donde se veía al fondo una negra capilla que contrastaba con el cielo y la noche, las puertas se miraban abiertas con un raro resplandor, Sofía fue ayudada a descender de la calesa y conducida de la mano de Dol Mati hasta el altar, ella estaba fascinada. Todo se miraba tan hermoso por dentro que no le importo la vestidura negra y roja que llevaba el misterioso ministro. Ante el altar ella solo atina a recordar cuando dijo: ¡si acepto!

A pesar de que esta historia ya tiene muchos años... Aun hoy en día podemos ver a Sofía, mientras recorre las calles de Progreso, andrajosa, maloliente, que como loca va por las calles cargando su bultito de recuerdos, recogiendo basura, mendigando por comida; ocultándose detrás de un pedazo de cartón o de un poste para que los demonios no puedan encontrarla, diciendo incoherencias, contándole a quien se atreva a escucharla: sobre como ella se casó con el Diablo y él robó su juventud y su cordura, como de entre las sombras de la calle la asustan los demonios, la burlan, la humillan pues su alma le pertenece a él por toda la eternidad.

Extrañando a su padre va por las calles, extrañando especialmente a su hermana. Y es que podremos ver en alguna ocasión, si prestamos atención en sus ojos tristes rodar una lágrima, solo el ángel de su madre la acompaña todos los días y le habla y le dice donde ocultarse como huir para no ser una vez más una presa.

Por eso les cuento esto, yo Dol Mati... (Maldito) si algún joven misterioso llega hasta su ventana piensen bien si me dice él: ¡Si acepto!

Basada en hechos reales... que cuenta le ocurrieron a un personaje de mi puerto


 
 
 

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